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El jardín de las delicias

El jardín de las delicias es el nombre contemporáneo con el que se conoce a una de las obras más conocidas del pintor neerlandés Jheronimus Bosch (el Bosco). Se trata de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 × 389 cm, compuesto de una tabla central de 220 cm × 195 cm y dos laterales de 220 cm × 97 cm cada una (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre dicha tabla central.

Es una obra de contenido simbólico, sobre el que se han ofrecido variadas interpretaciones, como El carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, algunas de las nueve obras que llegó a adquirir el rey Felipe II de España, gran admirador del pintor, y guardadas durante algún tiempo en el Monasterio de El Escorial. Obedece a una intención moralizante y satírica que iba a hacer fortuna ya en su época, como demuestra la temprana aparición de copistas e imitadores.

Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como depósito del Patrimonio Nacional en 1939.

Historia Como el resto de las obras del Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de aquellas en las que más enfrentadas están las posiciones. Mientras unos la consideran juvenil, otros dicen que es obra de madurez. Baldass y otros, la sitúan en la época juvenil del Bosco (1485). Cinotti, la sitúa en torno al año 1503. Otras fuentes hablan de hacia 1510. Tolnay y Larsen, la emplaza al final de la actividad del Bosco (1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las tablas lo datan entre 1460 y 1466, dando así un terminus post quem para la realización de la obra. En el catálogo de la exposición sobre el artista, celebrada en Róterdam en el año 2001, se señala la fecha entre 1480 y 1490. En la guía de visita editada por el Museo del Prado se señalan las fechas 1500-1505.

A partir de Gibson y hasta la actualidad (Hans Belting, 2002), se ha conjeturado que se realizó para Enrique III de Nassau-Breda. Los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los miembros de la casa de Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el cuadro el primer biógrafo del Bosco, Antonio de Beatis, personaje que viajaba en el séquito del cardenal Luis de Aragón, en el año 1517. Su descripción no deja lugar a dudas de que se encuentra frente al famoso tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas bizarrías, donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas; unos que salen de una concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros en actos y maneras diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir a aquellos que no las hayan visto».

La obra fue heredada por su hijo René de Châlon y después por el sobrino de Enrique, Guillermo de Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de los Habsburgo. Fue confiscada durante la guerra de Flandes por el duque de Alba, incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de 1568. El duque dejó los cuadros a don Fernando, su hijo natural y prior de la orden de San Juan.

Felipe II adquirió el tríptico en la almoneda de los bienes de don Fernando y se envió al monasterio de El Escorial el 8 de julio de 1593, convirtiéndose de esta manera en la pintura más famosa de la colección del Bosco que Felipe II reunió en El Escorial.

Como sucede con todas las pinturas antiguas, el título con el que se la conoce es moderno. El inventario de la entrega a El Escorial de 1593 la describe como «Una pintura en tabla al olio, con dos puertas, de la bariedad (sic) del mundo, cifrada con diversos disparates de Hieronimo Bosco, que llaman Del Madroño». Fray José de Sigüenza, en su historia de la Fundación del Monasterio de El Escorial, ofreció una amplia descripción e interpretación de «La otra tabla de la gloria vana y breve gusto de la fresa o madroño, y su olorcillo, que apenas se siente, cuando ya es pasado, es la cosa más ingeniosa y de mayor artificio que se pueda imaginar». Posteriormente, se cita en el inventario de 1700 como una pintura «de la creación del mundo». Vicente Poleró, que en 1857 publicó un Catálogo de los cuadros del Real Monasterio de San Lorenzo llamado del Escorial, lo llama De los deleites carnales. De ahí arranca su actual denominación como Jardín de las delicias o De las delicias terrenales. Fue trasladado al Museo del Prado en 1939 al final de la guerra civil española para su restauración, pues ya Antonio Ponz decía en 1777 que se encontraba bastante maltratada, y desde entonces no ha vuelto al monasterio.

Estilo Estos cuadros parecen una censura implacable, pero su inacabable fantasía, y el encuadre poético los hace, a pesar de todo, divertidos y optimistas. Su ironía y burla del mundo se contraponen al realismo hierático de Jan van Eyck.

El objetivo parece ser el de moralizar, a base de ácidas críticas, que recuerdan a la tradición medieval que se servía de la deformación y la caricatura para revelar la malicia de sus personajes. Esta es la opinión tradicional, como considera su primer analista, el padre José de Sigüenza (1605):

Recursos pictóricos: No obstante, el Bosco, supera a sus referencias gracias al bagaje heredado de los Van Eyck y otros pintores flamencos, que le proporcionaron numerosas herramientas pictóricas. A la crudeza medieval se añade, ahora, una visión poética, gracias a los recursos en los que el Bosco era un maestro: fue un gran dibujante, un maestro del color del claroscuro, del tratamiento de la luz y de la perspectiva. El paisaje (los hay luminosos o crepusculares), que a pesar de ser irreal es siempre lírico. El claro cromatismo del ala izquierda y de la tabla central se ha comparado con miniaturas persas (L. v. Puyvelde), mientras que la grandiosa representación nocturna de la parte superior del infierno anuncia las escenas de noche de los siglos XVI y XVII.Composición: Es aparentemente caótica, con multitud de escenas colocadas sin obedecer a una ordenación espacial clara, aunque en todas las escenas parecen existir grandes objetos que actúan como ejes organizadores (las fuentes en la primera tabla, los estanques en la segunda, y el hombre-árbol y la zanfona en la tercera). Coloca siempre la línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner sucesivos planos que, a pesar de su independencia, se funden unos con otros. A pesar de estar compuesto por numerosos pequeños detalles, el tríptico se basa en una composición muy reflexionada. El paraíso y la tierra están unidos por la misma claridad y un mismo horizonte, repitiéndose en ellas la estructura circular y las lagunas. No obstante, el infierno es distinto, nocturno, desesperanzado.

El autor El Bosco (1450-1516), se llamaba Jheronimus van Aken, apodado Bosch (por su lugar de nacimiento, 's-Hertogenbosch, en Holanda, coloquialmente llamado Den Bosch y en castellano Bolduque), tuvo una vida acomodada, ya que se casó con una mujer adinerada (Aleyt van Mervende). Hombre piadoso, miembro de la más prestigiosa cofradía local dedicada al culto de la Virgen María, compartía las preocupaciones en materia de religión, pecado y sexo manifestadas en el movimiento coetáneo de la devotio moderna, extendida por los Países Bajos.

entre 1490 y 1500
Óleo sobre tablero
205.5 x 384.9cm
P002823
Imagen y texto cortesía de Wikipedia, 2023

Dónde encontrará esto

Museo Nacional del Prado
Museo Nacional del Prado
Colección permanente